jueves, 28 de abril de 2011

C O L A B O R A C I O N



Hace un tiempo, el Dr. Hernando me envió un artículo de un diario capitalino de un conocido filósofo argentino. El mismo habla de la educación y mi intención fue publicarlo inmediatamente, pero algo sonaba mal en el discurso y por eso decidí hacer un análisis del mismo. Ese análisis está guionada o en negrita y me gustaría que todos lo hagamos y podamos colgar comentarios que ayuden a discernir este tema tan importante y tan ligeramente tratado por generaciones.

A continuación lo trascribo.

El debate por la educación en la Argentina

¿Más ciencias y menos letras?

Santiago Kovadloff
Para LA NACION

Viernes 28 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa

La decadencia argentina lejos está de ser la única fuente inspiradora del libro que Andrés Oppenheimer consagró a lo que bien llama "la obsesión latinoamericana con el pasado". Pero creo que esa decadencia puede haber sido para él especialmente dolorosa, ya que es nuestro compatriota. Lo que sí parece haber impulsado la composición de su obra es el contraste cada vez más acentuado entre naciones de este hemisferio que empiezan a transitar con acierto los caminos del progreso y aquellas que no lo hacen o lo hacen generando contradicciones tan desconcertantes que, en verdad, no se sabe hacia dónde van. Al evaluar su trayectoria, Andrés Oppenheimer no oculta su impaciencia ante ellas, y ya desde el título de su libro, con una exclamación, las incita a no justificarse y a cambiar: ¡Basta de historias!

--¡¡¡Cuidado!!! No vaya a ser que esté diciendo ¡Basta de la historia! Esto sería como liquidar definitivamente la nacionalidad que si bien no tenemos mucho para sentirnos orgullosos, alguna cosa buenas y muy buenas tenemos, en el pasado y en el presente.

Con la agilidad que es usual en él, Marcos Aguinis celebró hace poco en La Nacion la aparición de este libro. Mi propósito hoy es otro. Aun así, no puedo menos que sumarme a quienes se congratulan con Oppenheimer por las oportunas reflexiones reunidas en ¡Basta de historias!

En el capítulo dedicado a nuestro país, el autor aborda las penurias y miopías de la educación nacional. Interesado en saber si realmente existe en la Argentina una fuerte demanda de programadores de computación, nos dice: "Visité al director del Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, Hugo Scolnik. Le pregunté cómo se puede explicar que haya tantos estudiantes de psicología y sociología que tienen grandes posibilidades de no encontrar trabajo, si -tal como me habían dicho el ministro Barañao (de Ciencia y Tecnología) y varios empresarios argentinos- era un secreto a voces que había escasez de programadores de computación, ingenieros y geólogos. Si es así, ¿por qué hay tan pocos jóvenes (600) estudiando ciencias de la computación? Scolnik respondió: «La gente le tiene mucho miedo a lo que son las ciencias exactas, las matemáticas y todo este tipo de cosas. Son más fáciles otras carreras, como literatura, filosofía y abogacía»."

--Esta es una respuesta tan errónea como la misma pregunta. El autor debería saber que los empresarios argentinos, muchos de ellos recibidos en las universidades argentinas, que extrañamente jamás se matricularon por lo que no son profesionales, no piden profesionales sino técnicos o estudiantes universitarios avanzados que cuando se reciben les terminan el contrato (no los toman en blanco) y pasan a rodar terminando siendo vendedores de lujo que incluso jamás blanquean su título por temor a quedarse sin trabajo. Además me gustaría saber qué son ciencias de la computación y para qué sirven. Otra cosa son ingenieros ó físicos o químicos, aunque yo escuché por radio Olavarría cuando el rector de la universidad Maimónides decía que esas carreras ya no se necesitaban en este país y que había que dedicarse a chef, bordados, turismo, corte y confección….. Por otro lado no leo en ningún lugar los títulos de Santiago, Andrés o Marcos.

La explicación del profesor Scolnik me sorprendió. La encontré superficial, prejuiciosa y, en esa medida, improcedente. Soy el primero en reconocer que el desarrollo indispensable de la Argentina reclama muchos más egresados en ingeniería industrial, geología y agricultura, por ejemplo, que licenciados y doctores en cualquiera de las llamadas ciencias humanas, políticas o de la información. Como certeramente señala Oppenheimer, el país desborda de graduados en psicología. Tantos son que abultan dramáticamente las ya dilatadas filas de profesionales subempleados o mal ocupados que se disputan poco menos que a dentelladas un mercado laboral cada vez más exiguo, cuando no han renunciado ya a ocupar un lugar en él. Las cifras aportadas por Oppenheimer son abrumadoras. "En la UBA se gradúan por año 1500 psicólogos y apenas 500 ingenieros. A nivel nacional, contadas todas las universidades públicas y privadas del país, la Argentina produce alrededor de 4600 psicólogos (anuales) y apenas 146 licenciados en ciencias del suelo por año. Es un dato aterrador, considerando que el país tienen una gran cantidad de industrias petroleras y mineras que constantemente requieren nuevos geólogos, y con mejor formación de los que están disponibles."

--Idem anterior. Reconoce la problemática pero no a los responsables. Supongo que no estará responsabilizando a la UBA porque debería dar las cifras y las especialidades de los egresados en las universidades e institutos privados.

Está claro que el doctor Scolnik comparte con Oppenheimer (y yo, con ambos) el desvelo ante lo que ocurre. Lo que, en cambio, no me explico es que un hombre interiorizado en la realidad educativa del país como el director del Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, y dotado de indiscutible talento analítico, argumente tan ligeramente para explicar por qué es tanta la desproporción entre los estudiantes que prefieren las ciencias humanas a las exactas. Afirmar que ello se debe a que las humanidades son más fáciles que las ciencias exactas no sólo implica subestimar la dignidad de los intereses de quienes optan por ellas, sino ignorar la complejidad que entraña su estudio. Una cosa es administrar desde el Estado el número de postulantes a ingresar a una carrera y otra es considerar que ese número tiende a crecer porque el facilismo induce a estudiar derecho en lugar de física o sociología, en vez de ingeniería molecular. El profesor Scolnik confunde lo que no entiende o no le importa, con lo que carece de seriedad y rigor. Su explicación me trajo a la memoria unas líneas de Arthur Schopenhauer. En ellas, el filósofo alemán recuerda la impermeabilidad hacia la literatura "de aquel matemático francés que después de leer la Ifigenia de Racine preguntó, encogiéndose de hombros: Qu'est-ce que cela preuve? " (?¿Y esto qué prueba?')

--Bueno, bueno, aquí se anima y ataca al estado con E mayúscula. Y lo hace porque el director del Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, que lo puso con d minúscula, dio tan desacertada opinión, ¿algún encono personal?

Cada campo tiene sus exigencias y dificultades específicas, así como sus propios encantos, y requiere, para encararlos, vocación y un don de discernimiento sin los cuales es inútil empeñarse en su estudio. El interés personal no puede ser manipulado como si fuera un factor secundario a la hora de elegir una carrera. La afinidad subjetiva con una disciplina es un hecho determinante si se aspira a entender el interés que algo despierta en alguien. Insisto en subrayarlo: la promoción de las distintas carreras y el ingreso a las diferentes facultades no pueden resultar ajenos a las políticas de Estado. Para ello, los gobiernos deben estar atentos a las necesidades objetivas del país. Pero no por ello se debe despreciar el significado del interés que suscitan aquellas materias cuyo papel en la formación de la conciencia cultural de una nación es decisivo.

--Aquí ya sacó los cañones y les dispara al estado, a sus políticas y al gobierno. “necesidades objetivas del país” dice, un filósofo que habla de objetivismo. Parece que faltó a una cuántas clases. Nada sabe de educación y mucho menos de vocación y discernimiento entre otras cosas necesarias para tener una sociedad con jóvenes entusiasmados con física, astronomía, química, biología y otras tantas disciplinas hechas profesiones que cumplen un rol fundamental en una sociedad basada en el conocimiento. A los médicos el estado, las obras sociales y los sindicatos pagan lo que quieren y con papelitos que al canje no superan los 30 pesos, ¿de quién es la culpa?, ¿del estado solamente?, por favor esto se parece a un sofisma.

Sin mayor desarrollo de la ciencia y la tecnología, la Argentina no terminará de ser una nación moderna. Pero con ciencia y tecnología exclusivamente tampoco lo será, si por modernidad entendemos algo más que el mero eficientismo y la rentabilidad económica.

--¿y esto?, ¿se olvidó de lo que escribió antes?

Una cosa es impulsar un crecimiento competitivo y otra, fortalecer la comprensión de los grandes desafíos espirituales que exigen considerar la eficacia necesaria a la luz de la ética imprescindible. Acaso esta interdependencia entre ética y eficacia sea difícil de lograr, pero sólo si se la busca el hombre puede sostenerse en el campo de la dignidad que infunde valor a la convivencia de cada cual con sus semejantes. La crisis primordial de nuestro tiempo no resulta del subdesarrollo científico y técnico. Florecen ciencia y tecnología donde crece el páramo filosófico y moral y político. Bien lo saben hoy, aunque no terminen de admitirlo, los países objetivamente mejor desarrollados de la Tierra. La desorientación de las llamadas naciones del Primer Mundo se traduce en conflictos económicos y financieros pero es, ante todo, de orden existencial. Su complejidad y los riesgos que conlleva superan ampliamente los aportes que pueden provenir del universo del cálculo. La idolatría del cálculo, justamente, ha contribuido a crear los problemas que él no puede resolver.

--¿y esto otro?, ¿desafíos espirituales? ¿dónde entraría este tema en un programa educativo? Digamos desde la primaria hasta la universidad y los pos grados?

Todo ello, claro está, no exime a la Argentina de ninguna de sus obligaciones en lo que atañe a una mejora indispensable de su educación científica y tecnológica. De lo que sí se trata es de no caer en la unilateralidad tecnocrática ni en el triunfalismo que entiende que, en todos los órdenes, puede aplicarse la misma noción de progreso. Subestimaciones de las letras y el derecho como las que efectúa el doctor Scolnik no contribuyen más que a alentar esa vieja y estéril dicotomía entre ciencias "cabales" y disciplinas "fútiles", que desconoce ante todo la riqueza y la versatilidad expresiva de la subjetividad y, lo que es peor, sus más íntimas necesidades. Presumir que el estudio del derecho, la filosofía, la psicología y la literatura convoca más gente porque resulta más fácil que el de las ciencias matemáticas equivale a empobrecer la noción de lo complejo y a desconocer por completo el papel que desempeña el deseo en la elección de sus caminos. Quizá ninguna de estas disciplinas pueda impedir, por lo demás, la estremecedora asimetría entre ética y eficacia que hoy reina en el planeta. Pero todas ellas permiten que esa asimetría no sea olvidada en favor de un pragmatismo tan insensible como peligroso.

--Me preocupa cuando habla de las necesidades de la Argentina, ¿a qué se refiere?, ¿al estado? O ¿a la sociedad? Si fuera al primero me parece que debería saber que el estado no todo lo puede ni debe hacer, incluso él ha hablado de un estado demasiado intervencionista. Si fuera lo segundo en lugar de preguntarle al rector de la Universidad debería entrevistar a nuestros empresarios y preguntarles porque en lugar de contratar materia gris argentina solo compran todo hecho en china, taiwan o corea porque además de importar todo, importan porquerías….Por otro lado no existe educación científica y tecnológica, esto es un invento para descalificar

--Aunque en algo coincido y es que con letras únicamente no convergeremos en las sociedades modernas tecnológicamente hablando….tal vez hemos nacido en un lugar equivocado. En esta sociedad todos quieren ser felices, con el esfuerzo de los demás, y esto si entra dentro de lo que es educación (dentro del juego educación/cultura) desde la primaria hasta el día de la jubilación, pero no veo que haya hablado como solucionar esto, porque tal vez el diagnóstico del director Scolnik fue acertado pero él resolvió matar al cartero.

Y ME PERMITO LO ULTIMO, EN NUESTRO PAIS Y EN GENERAL EN AQUELLOS QUE ESTÁN SUMIDOS EN LA DEPENDENCIA DE TODO TIPO, LA EDUCACION ESTA MANEJADA POR IGNORANTES EN EL TEMA DEDE HACE MUCHO PERO MUCHO TIEMPO. EL FIN DE LA EDAD DE ORO DE NUESTRA EDUCACION TIENE CASI 100 AÑOS.

© La Nacion


M A R E C H A L


La agencia de noticias TELAM ha publicado acerca del libro y su autor LEOPOLDO MARECHAL. PENSAR Y AMAR LA PATRIA, el siguiente artículo:

Buenos Aires, 26 de abril (Télam).- En "Leopoldo Marechal. Pensar y amar la Patria", el profesor Juan Waldemar Wally, radicado en Olavarría, recorre las múltiples facetas del creador de "Adán Buenosayres": narrador, poeta, dramaturgo, ensayista y filósofo.

Wally nació en Balcarce en 1938; de destacada actuación en la docencia y la política, publicó los libros "Los Pinos", "Generación argentina de 1940. Grandeza y Frustración", y "Peronismo en Olavarría, 1945-1983".

El autor -en sintonía con el Bicentenario de la Patria- se concentra en la figura señera de Marechal: "El hilo conductor va a ser el pensar poetizante de don Leopoldo, así como su relación con los hombres de su generación -enfoque sincrónico- como también con quienes le precedieron y continuaron -enfoque diacrónico".

Y aclara: "Pensar poetizante; Marechal fue un pensador, no filósofo que connota una cierta profesionalidad y un reconocimiento de los especialistas en su carácter de tal".

Esto es, "pensador en el sentido reivindicado por Martín Heidegger, se trata de un pensar poetizante, en consonancia con los grandes filósofos griegos, la dramaturgia de Esquilo, Sófocles, Eurípides y poetas clásicos como Homero, Virgilio y Dante".

Este original acercamiento a la literatura de Marechal agota sus textos pero nunca al lector, que entiende que ese pensar poetizante no es más que otra manera de acercarse a la patria por el lado de la tierra, la naturaleza y la sangre que corre por las venas de los argentinos de ley que don Leopoldo supo celebrar.

El libro, publicado por el sello Olavarría 2010, está dedicado a la memoria del Padre Héctor Mandrioni, a la señora María Elena Massa, a sus familiares y compañeros del Centro de Estudios del Pensamiento Contemporáneo. (Télam)


Nos complace saber el alcance y reconocimiento que tiene nuestro amigo Juan Wally por su obra y esfuerzo en marcar el concepto de Patria a travez de un pensamiento universal que no olvida lo local.


jueves, 14 de abril de 2011

S E M I N A R I O








En la reunión del 13 de abril, el grupo coordinador de las lecturas de los miércoles, Augusto Hernando, Alberto Sallies, Humberto Buzeki y Fernando Cassino y con la colaboración del profesor Valdez, comunicó que se está organizando para el segundo semestre un seminario sobre Filosofía, Ciencia y Políticas de Estado. Para ello el grupo coordinador se está comunicando con instituciones a los efectos de convocar a disertantes que estén dispuestos a colaborar en el armado y dictado del mismo. Asimismo se convocó al grupo presente que pueden proponer temas y/o autores a incluir en el desarrollo del seminario.
Por ahora estamos proponiendo en Filosofía a Ockham, Descartes, Kant, Hegel, Husserl, Sartre...En otra línea de investigación y más asociado a las neurociencias S. Freud, Jung, Groff...En Biología a Darwin, Wallace, Sheldrake, G. Bateson, Lovelock, Margulis, K. Lorenz....En Educación (orientado a la pedagogía) a Skinner, Vigotsky, Piaget, E. Morin (orientado al pensamiento complejo)... En Física y Cosmología a Copérnico, Galileo, Newton, Einstein/Bohr, Prigogine, loc cuáticos, Green, Lederman, Hawking... y en Políticas de Estado tratar los temas como Políticas, Producción y Economía del conocimiento, Desarrollo de la ecología, Industrialización básica, entre otros.

En al medida que vayamos avanzando con los invitados y con el programa iremos actualizando la información.

 
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