viernes, 20 de agosto de 2010

OCKHAM y EL NOMINALISMO



Hemos recibido una nueva colaboración de nuestro amigo Alberto Sallies. Se trata esta vez sobre Guillermo de OCKHAM y el NOMINALISMO. Podremos ver en esta presentación una especie de "enfrentamiento" entre filosofía y religión que llevó a la necesidad de separarse para provocar el desarrollo de nuevas ideas que buscaban manifestarse solamente en el ámbito laico. Aclaro lo de "una especie de enfrentamiento" ya que Guillermo era un franciscano y de él surge esta nueva modalidad de analizar la realidad.
El artículo presentado por Alberto no estaba remarcado salvo con las comillas. Me he tomado el atrevimiento de remarcar algunos textos porque nos serán de utilidad para analizar cuales son las lecturas modernas que se hacen sobre este tema y las consecuencias de las mismas.RFCassino

EL NOMINALISMO DE GUILLERMO DE OCKHAM

Guillermo de Ockham, pensador inglés del siglo XIV y fraile franciscano, hace una crítica del pensamiento de la Escolástica del siglo anterior, sobre todo de su pretensión de demostrar mediante la razón la existencia de Dios. El punto de partida de su pensamiento es la imposibilidad de mantener un acuerdo equilibrado entre la teología y la filosofía. Considera no son demostrables por la razón las competencias exclusivas de la fe. La filosofía al hacerlo invade el campo de la teología y se extralimita a territorios que no le corresponden y la alejan de sus fines.

Este pensamiento tuvo consecuencias impensadas en su tiempo. La filosofía al separarse gradualmente de la teología tomó caminos independientes, la incipiente ciencia y el conocimiento en general también lo hicieron. Significó nada menos un camino que se despejaba hacia el desarrollo de la ciencia moderna.

También Guillermo de Ockham anticipó el principio de la simplicidad para explicar los fenómenos. Su aforismo: Esentia non sunt multiplicanda praeter necessitatum, es decir: “las entidades no deben multiplicarse más allá de lo necesario”, es el principio llamado de Economía Metafísica. En otras palabras puede enunciarse que no deben postularse más causas o fuerzas que las necesarias para la explicación de los fenómenos observados. No hay que multiplicar los entes sin necesidad. Como el mismo Ockham aclara, “sin que su existencia pueda ser probada por la experiencia”. Es la llamada “navaja de Ockham”, cercena de una teoría todo lo que no es necesario para el desarrollo de la misma. En la práctica significa que deben preferirse las explicaciones más sencillas que hagan comprensibles los fenómenos y los hechos observados.

Seis siglos más tarde dice Albert Einstein: “En toda la historia de la ciencia, desde la filosofía griega a la física moderna, ha habido constantes tentativas para reducir la complejidad aparente de los fenómenos naturales a unas pocas relaciones e ideas simples y fundamentales”.

El mundo de Ockham es un mundo de realidades contingentes, es decir que son así de hecho y podían no haber sido. La vía de su conocimiento es la intuición. Para lo que es accesible mediante los sentidos, la intuición empírica, para lo no observable, la intuición intelectual. Las realidades no accesibles para los sentidos, si existen, deben tratarse como tales, no como verdades abstractas. Deben ser objeto de juicios sometidos a la lógica. La intuición exige un conocimiento intelectual y directo del objeto, sin intermediarios ni complejas estructuras de razonamiento.

Universal es lo común a todos y a cada uno de los individuos de una totalidad. Los universales (esencias, formas, arquetipos) son abstracciones mentales para el Nominalismo. Recordemos los arquetipos platónicos, a los que Platón consideraba la realidad. El Nominalismo considera a los universales solamente nombres, palabras para designar varios individuos, pero solo existen en el intelecto, en la mente, no en la realidad. Guillermo de Ockham sostiene una concepción individualista del mundo y de los seres y considera prioritaria la experiencia.

En política era partidario de la separación del poder eclesiástico del estatal, o más acorde con su tiempo, del poder del rey. La autoridad de la Iglesia y del Papa debe ser solamente espiritual y moral. La de reyes y emperadores, temporal, no deben inmiscuirse en cuestiones teológicas o canónicas. Los dos poderes son independientes dentro de sus límites, pero ambos deben procurar el bien común y no debería haber oposición entre ambos. Como franciscano defendía la necesidad de una Iglesia pobre y la austeridad del papado. Su pensamiento político está lejos del concepto actual de separación de poderes, pero marcó un gran avance contra la arbitrariedad y el absolutismo. Siguió el concepto evangélico: “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, precepto olvidado, tergiversado y deliberadamente alterado en mil quinientos años de Europa cristiana.

El calificativo de “edad oscura “para la Edad Media ha caído en desuso por considerarse que fue un período en el que surgieron las nacionalidades actuales y la evolución de las mismas hacia la modernidad. Podría aplicarse a la primera etapa, siglos VI al X, al oeste bárbaro de Europa, pero de ninguna manera al resto del período, en el que surgieron numerosas luces en la oscuridad. La luminosidad de algunas, como la de Guillermo de Ockham, nos llega hasta hoy.

ALBERTO R. SALLIES 30 de marzo de 2010


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